El cuerpo de una bailarina es una de las más extraordinarias creaciones de la historia humana. No es una obra de la naturaleza, es una creación cultural; es decir, un acto deliberado de la voluntad humana. Como una escultura de Rodin o Degas, como un edificio de Calatrava o una espada japonesa o una sinfonía, se trata de una acción consciente, producto del estudio y la constancia, un espacio donde se cruzan y se enriquecen la ciencia y el arte.
Por ello, cuando vean a @anna.isa y a cualquier otra bailarina, hagan un esfuerzo por ver más allá, mucho más profundo que el evidente esplendor de su piel. Hay algo ahí, en sus huesos, en sus tendones, en su mirada y la colocación de sus articulaciones. Ese algo son todos los esfuerzos que a lo largo de décadas ha dedicado, desde que era apenas una niña, para llegar a ser esta artista, esta escultura que ella crea cotidianamente y que es ella misma.
Porque a veces nuestra mirada puede ser agresiva y simplona y superficial, pero cuando sabemos todo lo que hay detrás de lo que observamos, la mirada también puede ser un homenaje.
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@bailarinescndmex